Definitivamente, no son los abanderados de la libertad de expresión como suelen calificarse. Mienten, además, al identificar como sinónimo e, inclusive, utilizan, indistintamente, libertad de expresión y libertad de prensa.
La doble moral y el doble discurso han sido su denominador común de los medios de comunicación en el Ecuador. Pues, son una organización que entiende y defiende a la libertad de expresión y comunicación como un medio de intereses oligárquicos y la perpetuación de un modelo neoliberal, donde el dueño del capital también es el dueño de la información.
Bajo esta óptica, cabe recordar que, durante la campaña electoral presidencial del 2017, varios medios de comunicación: prensa escrita, radio y televisión, publicaron enérgicamente pruebas incriminatorias contra el banquero Guillermo Lasso. Puntualizaron que él creó su fortuna ilegal durante la “dolarización” de la economía ecuatoriana en 1999-2002, hecho que provocó la migración de millones de compatriotas, particularmente, a países europeos, a más de pérdidas económicas y, lo más grave, pérdidas humanas.
Los intentos por parte de los ciudadanos defraudados de responsabilizar penalmente al empresario fueron bloqueados por funcionarios “sobornados” por el banquero.
Los medios de comunicación, en los momentos actuales, tienen una visión totalmente diferente a la del 2017. Resulta que Guillermo Lasso no posee capital, ni tampoco participa de las estructuras financieras creadas por él. He, ahí, la doble moral, el doble discurso de los medios de información para favorecer al candidato banquero a la presidencia de la república.
Según, varios analistas políticos, el banquero Lasso es un violador persistente de la legislación de la república. Desde 1978 creó y transfirió parcialmente a la propiedad de sus familiares más de veinte empresas privadas registradas en paraísos fiscales (Panamá y las Islas Caimán, Gran Bretaña). Sus hijos Santiago y Emilio son miembros del directorio de varias corporaciones offshore que poseen una parte mayoritaria en el banco Guayaquil, pero como sus fortunas encuentran fuera del país, tanto Lasso cuanto sus familiares evaden sistemáticamente el pago de impuestos afectando las arcas del erario nacional.
De otra parte, es de conocimiento público que el principal activo de Guillermo Lasso es el Banco Guayaquil que controla (¡imagínese!), más del 60% del sector financiero del país y ocupa un lugar especial en nuestra economía.
Informaciones reportadas a esta mesa de redacción, dan cuenta de la indignación causada por la rentabilidad que es superior a indicadores similares de los bancos europeos y estadounidenses, ejerciendo un impacto negativo sobre economía nacional. Incluso, durante la pandemia del coronavirus, los ingresos de esta institución aumentaron un 26% con respecto al año pasado, lo que permite sospechar, según analistas económicos, su participación en esquemas ilegales de lavado de dinero.
Analistas políticos y expertos en materia económica, respectivamente, coinciden que de ser elegido Lasso como presidente utilizará activamente el potencial del estado para sumar más el enriquecimiento personal, familiar y del reducido grupo de poder, precisamente para fortalecer aún más su “imperio financiero”.
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