Nació en Quito un 6 de febrero de 1985 y, pese a su juventud, logra una enorme solvencia académica y gran experiencia en el sector público durante el gobierno del ex presidente Rafael Correa: se trata de Andrés Arauz, quien decidió enfrentarse a un mundo tan competitivo como el que vivimos y aceptar la candidatura a la presidencia de la República junto a Carlos RabascalL.
La cita electoral será el próximo 5 de febrero bajo la bandera del movimiento político Centro Democrático, UNES, Unión por la Esperanza, Listas 1-5.
El Plan de Gobierno del binomio Arauz-Rabascall se resume en un documento de 11 páginas, cuyo objetivo general es “recuperar la democracia, el Estado plurinacional e intercultural, la dignidad, el trabajo, una estructura económica y productiva sostenible y la soberanía para caminar hacia la construcción de la sociedad del buen vivir, siguiendo la hoja de ruta trazada en la Constitución de la República”.
Sin lugar a duda, urge recuperar la democracia; es que el pueblo sufrido y atormentado mira con preocupación y alarma el desgobierno y la manipulación del orden democrático que hace el régimen que preside Lenin Moreno, el uso ilegítimo del derecho y las instituciones, la utilización de parte del sistema de justicia como arma de venganza y persecución política a sus oponentes, y la represión criminal al pueblo que reclama sus derechos.
El panorama del país es angustioso, su futuro es incierto. Observamos una total desinstitucionalización de la que no se escapa ninguna institución del estado. El desprestigio de la Asamblea Nacional, que dice ser el pilar fundamental del sistema democrático, es calamitoso por no decir desastroso. Y quienes aprecian su labor positivamente están en el 3% de los encuestados; esto es malo, pero muy malo. No tiene confianza ni apoyo ciudadano.
Los escándalos de corrupción están a la luz del día y no han sido erradicados con la energía necesaria.
El pueblo mira también con indignación una alianza perversa entre el capital económico y financiero nacional e internacional, medios monopólicos de comunicación privada, sectores políticos conservadores y neoliberales, que ha detenido en estos casi cuatro años el rumbo positivo que desarrollaba el Ecuador para su modernización en democracia; para la edificación de una sociedad más justa e igualitaria, con menos pobreza y hambre; con educación, salud e infraestructura de calidad; con mayor productividad y emprendimiento; con acceso a la cultura y a un ambiente sano y seguro.
Paralelamente, el pueblo contempla decepcionado el abandono de la soberanía nacional en nuestras relaciones internacionales, y de la búsqueda de la unidad e integración regional como medio estratégico de relación con los grandes centros de poder mundial.
Por lo anteriormente señalado, para iniciar la tarea de recuperación de la Patria y sus instituciones, el pueblo debe hacer uso del poderoso instrumento que tenemos los ciudadanos en el régimen de derecho: el voto en las urnas.
Debemos construir el futuro promisorio del país acudiendo a las urnas para depositar el voto, sí, pero no entregar con el voto el poder a los asaltantes financieros, a los mentirosos, a los demagogos, a los oportunistas, a los agoreros del desastre y adivinos de pacotilla, que han destruido el país des-institucionalizándolo cada instante que han podido. Confiamos que el pueblo, acudirá a las urnas pensando que en este período de desgobierno, del “corona virus Moreno”, el país ha sido desbastado y que urge escuchar la voz de nuestra historia.
El gobierno de Moreno ha sido el gobierno de la traición. Pactó con la derecha cuyos resultados son: corrupción y desinstitucionalización que con la ayuda de los traicioneros y medios de comunicación mal llamados libres e independientes montaron una consulta popular con el propósito de legitimar al gobierno que en vez de crecer se desvaneció y desapareció. Prioridad política de este gobierno fue deslegitimar todo lo hecho por el expresidente Correa, y todo proyecto nacional, construido en la década ganada, echarlo al tacho de basura.
La corrupción fue el justificativo para emprender en el neoliberalismo, así se inventó este gobierno para perseguir al correismo. Y paralelamente, el anticorreismo manejó un discurso para el endeudamiento. En suma, el poder económico logró con Moreno lo que no pudo con el expresidente Correa, por ejemplo, se hizo de la vista gorda al no cobrar impuestos, detuvo a raya los salarios, se burló de los derechos del pueblo y, sobre todo, garantizó un mayor enriquecimiento de los ricos.
Con este gobierno, el pueblo no ha tenido derechos, ni siquiera los beneficios más elementales del Estado: educación, salud, vivienda, medicinas, alimentos.
El papel de Moreno en el ámbito internacional ha sido un total fracaso. Sometido a los designios de los EE.UU., y, particularmente, al FMI, para lograr un elevado e injustificado endeudamiento para pagar sueldos a la gigantesca burocracia que ha sido considerado por sus ministros como uno de los mejores logros de este gobierno.
Se ha identificado a un país sin ciudadanos y, al parecer, solo existen las clases de poder que disfrutan del manejo estatal a su conveniencia.
Politiqueros mediocres, incompetentes e incapaces de generar virtudes. Su tiempo lo han gastado en tratar de convencer, silenciar y domesticar a la sociedad que los repudia.
Un total de 16 candidatos, representantes de diferentes partidos y movimientos políticos, terciarán en las elecciones de febrero venidero, varios de ellos ya conocidos, también amargados, manchados y fracasados en contiendas electorales pasadas. Consecuentemente, el pueblo empobrecido y atormentado está seguro que Arauz y Rabascall serán gigantes para reconstruir y rescatar la patria de la carroña política en el poder.
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