La vida ha enseñado que sí por corregir abusos hay
que perder la amistad, sin vacilar, hay que perderla; aunque, en recompensa,
sale ganando aquel que dignificó la amistad como conducta cotidiana de su vida.
En materia política, en estos últimos meses o quizás
años, he tenido la desazón de perder innumerables amigos ya que su fragilidad
ideológica ha sido subastada en el mercado del mejor postor, o mejor dicho en
el mercado de la prostitución política.
La política considerada como ciencia del servicio se
ha convertido en ciencia de la conveniencia.
Es que la ideología o identidad política que asuma
tal o cual persona, entraña compromiso, firmeza, responsabilidad, respeto a sí mismo
y al conglomerado social; desafortunadamente, vemos, a diario, en la arena política,
desenfrenadas ansias de poder, desubicados personajes que deambulan en partidos
o movimientos políticos para aumentar sus fortunas o alcanzar poder lo que, a
través del trabajo, no pudieron lograr.
A consecuencia de los desvíos ideológicos, los
gestores del feriado bancario añoran el capitalismo salvaje y están empeñados
en medir sus éxitos con sus chequeras, tarjetas de variada índole, mansiones,
bancos, financieras, sus lujos etc., pero, eso sí, haciendo el quite a los
valores del intelecto y del espíritu humano.
Las sociedades de consumo, vanagloriadas por los
dueños del capital, son las responsables de la destrucción de las ideologías, son
sociedades que “nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas
imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azota a la
inmensa mayoría de la humanidad”.
Sin duda alguna, entramos en un mundo globalizado,
un mundo neoliberal, en donde el capital es el supremo dios y el ser humano es invisibilizado
por los detentadores del poder económico.
El mundo ha globalizado el egoísmo, la injusticia, el
consumo, la arrogancia de quienes tienen acumulados sus bienes materiales y económicos
frente a los que carecen de ellos. También ha globalizado la cadena de mentiras
y miseria humana, tan recurrentes en la actualidad. Indignante globalización
que pretende quitarnos “el derecho a la soberanía como pueblo, y el derecho a
la dignidad como hombre”.
Este es el vivo ejemplo de la práctica ideológica en
el sistema neoliberal, defensora del crecimiento del dinero, y negación de toda
posibilidad de desarrollo humano. Neoliberalismo dirigido por mentes violentas,
cuyas poses de arrogancia, vanidad y orgullo, jamás remplazarán a la
inteligencia y a los valores consagrados por los Derechos Humanos.
Vanidosos personajes de la vida política han
pretendido hacer creer que, por encima de los conocimientos, la educación, la
ciencia y la cultura, se encuentran las grandes cadenas de televisión, los
bancos, cámaras, medios de comunicación, que no son otra cosa que las grandes
cadenas de la mentira.
En efecto, se presentan en el mundo actual
ideologías de derecha e izquierda. Las primeras apuntan a destruir el Estado,
se declaran fieles amantes de las privatizaciones, enemigos por antonomasia de
cualquier tipo de cambio económico, político y social, así como de todos los
gobiernos progresistas del continente, defensores del capital antes que del ser
humano.
Admiradores y defensores del imperio, aun cuando sus
inmorales e injustificables intervenciones, en diferentes países del mundo, han
destruido ciudades completas por sus bombarderos, ocasionado miles de millones
de dólares en pérdidas económicas y, lo más grave, decenas de miles de muertos esparcidos
en varios países del orbe.
Las segundas, por el contrario, se pronuncian por una
revolución como el camino por el cual una estructura económica social cambia
por otra. Desean un país soberano, libre, independiente, quieren un país en
donde la justicia, la equidad, la paz sean una realidad. Se desea un país con dignidad,
soberanía, independencia y prosperidad; que la redistribución de la riqueza nacional
sea una realidad para 17 millones de ecuatorianos, que se elimine la pobreza
y el privilegio de una clase social
sobre la otra. La ideología de izquierda, verdaderamente de izquierda, no esa
seudo izquierda encaramada en el gobierno, es progresista, democrática,
revolucionaria. En suma, si queremos vivir en paz, respetemos y seamos
tolerantes con la forma de pensar o ideología que practiquemos.
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