Desde hace varios años, la crisis política interna
en Venezuela se ha convertido en un problema serio para América Latina,
agravado por las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y sus
aliados, las mismas que han llevado a un aumento de las tensiones sociales en
ese país, resultado de lo cual ha propiciado un considerable aumento de
refugiados venezolanos en toda la región.
Varios analistas, estudiosos de la política
latinoamericana y del Caribe, coinciden en señalar el tremendo error que viene
cometiendo Estados Unidos al insistir que la solución del conflicto interno en Venezuela
tiene que ser por la vía de la fuerza, y ejerce todo tipo de presión externa sobre
el gobierno bolivariano de Venezuela, lo cual dificulta la solución de los problemas
que aquejan a ese país.
Si se analiza la crisis venezolana bajo las ópticas
de Quito y Washington, observamos dos criterios totalmente opuestos; mientras
para los ecuatorianos lo importante es el diálogo para preservar la paz y la
estabilidad en la región, así como evitar la agudización del conflicto y
reducir el flujo migratorio de ciudadanos venezolanos a países vecinos, Casa
Blanca es indiferente, puesto que ya demostró su posición arrogante hacia los
refugiados de América Central. Es más, el imperio ha reanimado la Doctrina
Monroe, basándose en la idea de su dominio exclusivo en América latina.
Estados Unidos minimiza los intereses de los estados
latinoamericanos. No respeta su soberanía e independencia, quiere a toda costa
eliminar al presidente Nicolás Maduro, a pesar de las graves consecuencias que
podría ocasionar a los países de la región.
La administración de Donald Trump se niega
rotundamente a buscar caminos de arreglo político, a través de un proceso de
negociación entre el gobierno venezolano y la oposición, más bien optó por una
escalada de tensión, lo cual ha dado lugar a un deterioro de la situación
humanitaria en las zonas fronterizas, que podría desembocar en un conflicto armado,
en el que se involucre a países hermanos, incluido Ecuador.
Sin ocultar sus aspiraciones coloniales, Washington
está expandiendo su presencia militar en América Latina, incluso en territorio
ecuatoriano, lo que significa para Ecuador la destrucción de su imagen de país
neutral y amante de la paz, que ha sido diligentemente creada durante decenas
de años por muchas generaciones.
Es de interés de toda la región la solución política
de la crisis venezolana a base de un amplio diálogo democrático entre las partes
en conflicto, sin ultimátums, sin amenazas de intervención de fuerzas externas.
Al mismo tiempo, los mediadores internacionales, bajo el auspicio de la ONU y organismos
regionales, podrían desempeñar un papel positivo y decisivo en la solución del
conflicto interno en Venezuela.
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