La Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN), se ha convertido en una vergonzosa maquinaria de guerra que, de
repente, se quedó sin enemigo y ante esta situación reorientó sus objetivos
políticos y militares para justificar su existencia de agresión belicista.
Sin duda alguna, según señalan varios analistas
especializados en la materia, la filosofía de la OTAN, dirigida por Estados Unidos, jamás fue la paz, así lo
demuestra la historia, por el contrario, ha sido y es la agresión brutal contra
todo el que se oponga a sus intereses,
proyectos y a sus planes de dominación económico – político. Su pretexto
principal era organizarse y armarse contra la expansión del comunismo, por lo
que crearon un cerco militar al bloque de países socialistas, garantizado con
más de 800 bases militares norteamericanas en Europa y todo el mundo.
Recordemos que La OTAN se creó hace sesenta años
para organizar la defensa de los estados de Europa occidental y de Norteamérica
ante la Unión Soviética, pero el final de la guerra fría dejó sin razón para la
existencia de este gigantesco aparato de agresión bélica.
En la cumbre de Washington de 1999 se da un
vuelco la estrategia de la Alianza. Precisamente, con el pretexto de contribuir
a la estabilidad y paz mundial, amplía su radio de acción de forma ilimitada en
todo el mundo. En realidad, este cambio de estrategia tiene como objetivo
prioritario controlar las zonas productoras de recursos naturales y de
importancia geoestratégica.
En 2002, en la cumbre de la OTAN en Praga, se
incorpora la lucha contra el terrorismo internacional como uno de sus objetivos
fundamentales y se adopta la doctrina de la guerra preventiva de George Bush,
que coloca a la organización en una posición de vulneración del Derecho
Internacional.
Sin embargo, si queremos construir un mundo en
paz y más justo, es imprescindible la disolución de la OTAN.
Recordemos que las fuerzas armadas
latinoamericanas, amaestradas por la ideología anticomunista, pasaron a ser
actores decisivos en la vigilancia y hasta en el derrocamiento de gobiernos
progresistas y democráticos, e inclusive,
dictadores que dirigieron políticas terroristas
destinadas al exterminio de cualquier germen comunista.
Insistentemente se ha escuchado que La OTAN está
empeñada en firmar un acuerdo militar con Colombia, cuyo supuesto fin es la
lucha contra el crimen organizado. Sin dudas, este ha sido el pretexto
principal del sinfín de intervenciones estadounidenses en territorio ajeno, a
lo largo de la historia. Vale mencionar que la instalación de todas las bases
militares en Latinoamérica (Malvinas, Paraguay, Perú, Colombia, Costa Rica,
Guantánamo, Honduras, Puerto Rico, El Salvador, Antillas, etc.) es estratégica
y cuenta con numerosos objetivos. No podemos más que entender que es el interés
por la apropiación y explotación de los recursos de los distintos estados de la
nación latinoamericana, lo que justifica su presencia.
En opinión de varios analistas, el interés de la
Alianza Atlántica en este continente podría calificarse como “muestra de
fuerza”, si se tiene en cuenta que Rusia y China han incrementado sus
relaciones bilaterales en América Latina y que a Estados Unidos le preocupa que
estos países estén involucrados en grandes proyectos como el canal
interoceánico de Nicaragua y la ampliación del Puerto de Mariel en Cuba.
“La OTAN representa un peligro para el mundo
entero como antes lo hacía la Alemania de Hitler. Si no fuera por Rusia, nadie
se opondría a ella, y EE.UU. podría bombardear y condenar a la ruina a
cualquier país del mundo”. Entonces, surge Rusia que se ha convertido en un
freno a las apetencias de los Estados Unidos y de los países que conforman la
OTAN y de Occidente.
Entre las razones para luchar por la disolución
de la OTAN se pueden citar las siguientes, según connotados analistas de
política internacional:
-La OTAN es el bloque militar mundial más
agresivo y belicista, que incrementa el peligro de nuevas guerras.
La OTAN
en 1999, decidió abandonar el carácter defensivo del área del Atlántico norte
para intervenir militarmente en cualquier lugar del planeta. Estas
intervenciones militares pueden provocar reacciones en terceros países y la
formación de nuevos bloques militares.
La OTAN es una organización no democrática. Las
decisiones en el seno de la OTAN se aprueban fuera de todo control democrático,
al margen de los parlamentos e instituciones democráticas europeas, a la vez
que está bajo el mando militar exclusivamente de EEUU. La OTAN coarta y
restringe la política exterior de los estados miembros.
La OTAN ha sido y es una amenaza para la
democracia, y ha aceptado que estados no
democráticos formen parte de ella, como la dictadura neofascista que hoy por
hoy existen en el mundo, además de haber participado en complots antidemocráticos y de
manipulación de la opinión pública. Y actualmente no cuestiona la pertenencia
de países tan poco democráticos como Turquía, Polonia o Bulgaria.
La OTAN tiene como un objetivo estratégico la
guerra contra el terrorismo. Desaparecida la URSS, la OTAN se quedó sin
enemigo. Pero en vez de disolverse, encontró un nuevo enemigo, el llamado
“terrorismo internacional”. Con esta excusa intentó intervenir en la guerra de
Irak en el 2003 e interviene en Afganistán.
La OTAN impulsa nuevas carreras de armamento y
representa la militarización del planeta, paralelamente, incrementa el impulso
de la industria y el comercio de armas a nivel mundial. La OTAN impulsa la
proliferación y el peligro de guerras nucleares. EEUU posee armamento nuclear
instalado en las bases militares de la OTAN en suelo europeo, lo que expone a
Europa al peligro de una guerra nuclear, sostienen innumerables analistas.
La OTAN perpetúa la tutela de EEUU sobre la
política europea. Los gobiernos europeos aceptan estar supeditados, a través de
la OTAN, a los intereses del complejo militar-industrial de EE.UU. Esta
situación imposibilita que Europa asuma la función de promotora de los
objetivos de la Carta de Naciones Unidas, siendo el más importante el de evitar
nuevas guerras. Para conseguirlo es imprescindible la disolución de la OTAN.
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