EL DÍA DE LA VICTORIA, FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: ENSEÑANZAS DE SACRIFICIOS Y HEROISMO PARA LA HUMANIDAD
La dura prueba que le
tocó vivir al pueblo de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial
descubrió la fortaleza moral y la grandeza del espíritu humano, de quienes
pagaron con su sangre por la salvación de la Humanidad del fascismo. Varios
ejemplos de heroísmo, hazaña personal y de verdadero patriotismo entran en la
historia de Rusia como LA GRAN GUERRA PATRIA, cuyo aniversario es, ante todo,
el homenaje a la memoria y el reconocimiento más profundo de quienes trajeron
la liberación a los pueblos de Europa subyugados por el fascismo.
Se denomina ‘Día
de la Victoria’ a la celebración del triunfo de la Unión Soviética y
sus aliados sobre la Alemania nazi el 9 de mayo de 1945 o Gran Guerra
Patria, como se la denominó en la Unión Soviética, y que marcó el fin de
la Segunda Guerra Mundial.
La Alemania nazi,
representada por el General Feldmarschall Wilhelm Keitel,
firmó la rendición incondicional el 8 de mayo de 1945, a las 22:43, hora
central europea (9 de mayo a las 0:43 horas de Moscú, ante
el Mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhukov, poniendo fin así a la
Segunda Guerra Mundial en el continente europeo. La diferencia horaria
explica por qué en los países occidentales la victoria se celebra el 8 de mayo
(Día de la Victoria en Europa), mientras que en la Europa Oriental se celebra
el 9 de mayo.
La esencia de las tentativas de
tergiversar la historia de la guerra consiste en la aspiración de atribuir los
laureles de los triunfadores a las democracias occidentales, menguando el papel
de la Unión Soviética. Winston Churchil escribía: “Fue, justamente, el ejército
ruso el que sacó las tripas a la maquinaria de guerra germana”.
La guerra pasó a ser
una gran tragedia para los pueblos de Europa y el mundo, independientemente,
del bando a que se atenían sus estados. Sus secuelas atacaron a cada familia y
a cada suerte humana. Es deber de los historiadores decir la verdad de esta
tragedia, pero no debe ser objeto de especulaciones políticas. Evaluando los
resultados de la guerra no se puede admitir la confusión de las referencias
morales.
No es casual que en
vísperas del aniversario de la Victoria en muchos países se desplieguen
discusiones agudas sobre el particular. Además, a menudo no son disputas
sencillas sobre la interpretación de tal o cual suceso de la época de la
guerra, sino que son evaluaciones morales totalmente opuestas de sus resultados
que tienen relación directa con la política europea y mundial actuales. Pues la
historia es política dirigida al pasado.
Precisamente por eso,
al discutir el tema, se debe ser moralmente responsable ante quienes pagaron
con sus vidas por la derrota del nazismo y ante las generaciones nuevas que conocen
la guerra de los manuales y películas. Es la responsabilidad por no sólo
defender la verdad histórica de la guerra sino fijar en la conciencia social la
correcta comprensión de sus enseñanzas desde el punto de vista del desarrollo
mundial contemporáneo.
En lo que respecta a
la historia del período de preguerra, no vale la pena olvidarse de la política
de pacificación de la Alemania fascista realizaba por Gran Bretaña y EE.UU.,
política que tenía por objetivo desviar la agresión, canalizándola al Este,
contra la URSS. Esta política fue coronada por la confabulación de Múnich de
1938.
En cambio, las
afirmaciones de la “exageración del aporte soviético a la causa de la Victoria”
no resisten ninguna crítica. En 1944 la extensión del frente soviético-alemán
fue cuatro veces mayor que la de todos los frentes en que combatían los aliados
de la URSS. En aquel mismo período en el Frente Este combatían hasta 201
divisiones enemigas, mientras que a las tripas angloamericanas en aquel
entonces se les oponían de 2 a 21 divisiones. Incluso, tras la apertura del
Segundo Frente en Europa Occidental los aliados tenían 1’500 mil efectivos y
los alemanes, 560 mil. En aquel mismo tiempo en el frente soviético-alemán
estaban concentrados 4’500 mil efectivos alemanes contra los cuales combatían
650 mil soldados soviéticos. Las tropas hitlerianas sufrieron sus pérdidas
principales en los combates contra el Ejército Rojo: el 70% de los efectivos y
el 75% de todo el material bélico (tanques, cañones y aviones).
La Segunda Guerra
Mundial fue ganada por todos los aliados de la coalición antihitleriana.
Victoria común. Pero
nadie tiene el derecho a menguar el precio que pagó Rusia y su pueblo durante
la guerra ni aminorar la escala de los crímenes de los nazis, tanto más darles
carácter heroico.
El resultado
principal de la guerra no sólo es la victoria de una coalición sobre la otra.
En rigor, es la Victoria de las fuerzas de la creación y civilización sobre las
fuerzas de la destrucción y la barbarie, la Victoria de la vida sobre la
muerte.
Junto con los
pueblos, la diplomacia recorrió su camino hacia la Victoria. La creación de la
coalición pasó a ser ejemplo de la unión de los estados de diferentes
ideologías y de los sistemas políticos diferentes frente a la amenaza mortal común.
Los participantes de
la coalición supieron elevarse por encima de las discordias relegando todo lo
secundario en aras de lo fundamental: la Victoria común. A los adversarios del
fascismo les unió la comprensión de que era necesario contrarrestar el mal en
común, sin escatimar fuerzas ni admitir compromisos, concesiones o acuerdos por
separado. Esta enseñanza sigue siendo vigente también en nuestro s días.
Nuestro deber ante
quienes pagaron con su sangre por la salvación de la Humanidad del fascismo consiste,
ante todo, en poner una barrera segura en el camino de las ideas de la
intolerancia, la superioridad racial, étnica o religiosa, detrás de las cuales
se ocultan las pretensiones de la dominación mundial que sirven de terreno para
las nuevas amenazas.
La unidad de los
países de la coalición antiterrorista, el desarrollo armonioso de las
relaciones entre las diversas etnias, la tolerancia y el respeto mutuo, el
mantenimiento de la diversidad cultural y el diálogo constructivo y abierto de
las civilizaciones: esas son las condiciones principales para combatir las
fuerzas del odio, separatismo y extremismo.
El Aniversario de la
Victoria es, ante todo, el homenaje a la memoria y el reconocimiento más
profundo de quienes trajeron la liberación a los pueblos de Europa subyugados
por el fascismo. Los festejos deben servir de recuerdo del enorme potencial
espiritual interno que posee Rusia y el pueblo ruso. En este plano la historia
de la Gran Guerra Patria es un vivo ejemplo al mundo entero y una fuente inagotable
de la fuerza y la certeza del futuro.
No se puede ocultar
que este aniversario del Día de la Victoria se conmemora en un momento en que
Rusia es atacada injustamente desde varios frentes, pero estamos seguros que
saldrá avante, con la contribución de su pueblo, por su capacidad de luchar y
rescatar los valores morales en procura de la justicia social, de la afirmación
de la democracia y la libertad y siempre en búsqueda de la justicia. Rusia,
país predestinado a la consecución de un futuro promisorio de paz y justicia,
de grandeza y perennidad. Para todas las personas honradas la Fiesta de la
Victoria sigue siendo Preclara y Sagrada.
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