La crisis humanitaria en Venezuela,
en los últimos años, se ha convertido en un problema grave para América Latina,
complementado por la pandemia del coronavirus que, junto a sanciones económicas impuestas por
países de occidente, provocaron escasez
del presupuesto estatal, aumento de las tensiones sociales y dificultad
para una ayuda oportuna a un considerable
número de venezolanos refugiados en
otros países de la región.
Frente a esta crítica situación, penosamente observamos como una cadena de gobiernos neoliberales siguen
empeñados en creer que la solución a la
crisis en Venezuela es la intervención militar,
prueba de ello es que auspician y fomentan actos terroristas como el ocurrido el 20 de mayo
del presente año, a través de la Operación
denominada “Guideón”, organizada
por un comando militar privado
“Silvercop”, cuyas acciones crean una amenaza
real de deterioro de la situación humanitaria en las zonas fronterizas que, de no
tomar las medidas necesarias, podría desencadenar
en un conflicto armado en el que estarían
comprometidos países vecinos, incluso Ecuador.
Que indignante es, ante los ojos del mundo, los intentos de varios
países de ejercer un bloqueo
marítimo y económico a un estado soberano como es el de Venezuela bajo
el pretexto de la lucha contra el terrorismo.
Es evidente que en esta época de
pandemia el país necesita la ayuda
urgente de insumos comerciales y
humanitarios: medicinas, mascarillas, equipamiento médico, tests para el COVID 19, entre otros. Por ello, varios
expertos de la región consideran que impedir
que lleguen a territorio venezolano u a otros países este tipo de
ayudas, es un crimen de lesa humanidad.
Se ha dicho insistente que la única vía para alcanzar la paz en
Venezuela no es la intervención militar, por el contrario, el camino razonable es y debe ser el aporte diplomático de todos
los países latinoamericanos.
Es evidente que para nosotros, los
ecuatorianos es imperioso preservar la paz y la estabilidad en la región;
evitar agravar el conflicto y reducir el flujo migratorio de la República
Bolivariana es un imperativo, más, aún , cuando hoy en día observamos a miles de venezolanos deseosos de volver
a su patria, pese al pronunciamiento de la Casa Blanca respecto de la “imposibilidad” de que Caracas pueda ayudar
a sus ciudadanos a resolver sus
problemas.
Como ocasiones anteriores, el problema
de Venezuela no molesta ni incomoda al imperio, recordemos que también demostró una actitud indiferente hacia
decenas de miles de refugiados de varios
países de América Central, y cuya indiferencia
ratificó cuando el gobierno de EEUU
decidió clausurar sus fronteras para los ciudadanos latinoamericanos.
Entonces, los pueblos de la región se
preguntan cómo es posible que teniendo grandes recursos financieros EEUU no
puedan ayudar a estados
pobres o de escasos recursos
económicos cómo Cuba, Nicaragua,
Venezuela , entre otros, ¿Por qué Washington, en medio de la pandemia no ayuda a América Latina como lo hace por ejemplo China?
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