La situación política interna en varios países de América Latina ha sido inestable desde mucho tiempo atrás, caracterizado por un aumento de la tensión social y las consecuentes protestas masivas que ha sido el denominador común en la región. Basta recordar aquel fatídico mes de octubre pasado cuando se desató una ola de huelgas que se extendió por la región, cuyas razones fueron la falta de continuidad del poder y un cambio cardinal del rumbo político de los nuevos gobiernos neoliberales que, al no poder satisfacer las necesidades básicas de la población, se vieron obligados a recurrir a la ayuda de instituciones financieras de occidente. Es fácil deducir que la actitud de estos gobiernos sometidos al poder imperial obedece a precautelar sus propios intereses e inclusive el del poder político y económico a espaldas de los intereses del pueblo. Washington no ha escatimado esfuer...